A esta perrita le destrozaron la mandíbula, pero contra todo pronóstico, lograron reconstruirla. He ahí su nombre, Mandy.
Luego de conocer la faceta más degradante del ser humano, fue adoptada por una familia que le dio todo su amor. Pasó dolor y hambre, pero cuando la Organización Adóptame la asistió, su vida cambió radicalmente.
Gala Guerín se encargó de ella. Publicaron su historia y desde esa vez, se marca un hito sobre la sensibilización contra el maltrato animal.
“Le prometí que ese sería su nuevo hogar y que recibiría todo el amor y cuidado que se merecía; que a partir de ahí solo iba a sanar sus heridas y a ser feliz», escribió a través de su Facebook, despidiéndose de ella.
La encontraron con 11 kilos y pesó 23 después de mucho amor y contención. Anteriormente comía patés con el dolor en el hocico, aullando, pero su tratamiento evolucionó tan favorablemente que pudo digerir huesos y carnes cocinadas.
Desafortunadamente, después de 8 años y 9 meses de aquel suceso, Mandy falleció. La encontraron acostada, en el jardín. «Aunque ya físicamente no estemos juntas, siempre seguiremos unidas con la esperanza de un reencuentro», continuó su ama.
Luego del episodio, se trabajó para insertar en las legislaciones municipales y generales, clausulas que atañían el maltrato animal. Incluso su historia, traspasó las fronteras llegando a Japón, Taiwán, Suiza, España e Italia.
«Mandy se fue como llegó a mi vida, con esa mirada fija y tierna de unos ojos redonditos clavados en mi rostro sonriente que le prometía, mientras le acariciaba, le besaba la cabecita y le miraba, que todo iba a estar bien, que ella iba a estar bien», se despidió Gala de Mandy.