Literatura contra la inseguridad: Chacariteños recuperan su plaza

Literatura contra la inseguridad: Chacariteños recuperan su plaza
Fotos gentileza de Daniel Ojeda

Para cambiar el estigma de la Chacarita y pensando que la exclusión social solamente genera más exclusión, un grupo de arquitectos liderado por Solano Benítez evaluó durante un mes cómo lograr que los pobladores vuelvan a recuperar su espacio social sin temores.

“Necesitamos repensar los lugares de encuentros sociales. Lugares donde se vea la oportunidad de que la hija del panaderos se enamore del hijo del banquero porque sino no estamos construyendo sociedad” comentó el Arq. Solano Benítez.

Todo surgió en la Bienal Ibero Americana de Arquitectura desarrollada en Paraguay, días atrás. El curador del evento Joseto Cubilla planteó realizar proyectos que puedan ser un legado para los pobladores. La zona elegida fue Chacarita. La misma está ubicada en un lugar privilegiado para la ciudad, por lo tanto el desafío fue colocar a los propios pobladores como protagonistas y lograr la conexión con la ciudad, relató el arquitecto.

El equipo de trabajo contó con apoyo de arquitectos de Costa Rica, y el lugar designado fue la Plaza Amapola. Se trata de una zona conflictiva por los asaltos, peleas, entre otros hechos. Allí solo se llega por la vía peatonal a través de pasillos. Está ubicada a 100 metros de la calle Mompox. La plaza cuenta con una extensión de 2,5 metros por 10. Conecta al Club resistencia, el barrio Pelopincho y el Parque Caballero.

Al momento de conversar con los pobladores, continúa Benítez, las respuestas en principio fueron negativas. “Si ponemos acá iluminación decíamos nosotros, y nos respondían que no porque acá hay muchos drogadictos a la noche que robarán los focos. Pongamos bancos decíamos y escuchábamos a las señoras que no, porque atraería a drogadictos”.

Fue difícil recuperar el “control social”, es decir, que la gente vuelva a los espacios públicos. “Es contrario a lo que hace hoy el gobierno de cerrar plazas”, refirió Solano.

El equipo de arquitectos pensó cómo hacer para que la gente se apropie del lugar. “Si nosotros poníamos un bien intangible, pero super necesario, todo el mundo usaría el lugar y eso le daría seguridad” reflexionó el arquitecto.

Los mismos pensaron que internet motivaría a la gente a estar conectados permanente. “La gente para ir a su trabajo se conectaría para saber si iba a llover o no. Tendrían la posibilidad de conversar con sus familiares en el exterior. Los niños podrían utilizar el lugar para realizar sus tareas acompañados de sus padres”.

Según el plan, de esta forma los pobladores irían conquistando el lugar. Para ello necesitaban ayuda y comenzaron a golpear puertas y a asociarse con empresas y profesionales que aportaron sus conocimientos y recursos para instalar una biblioteca virtual con códigos QR. “Lo hicimos completamente a pulmón”, dijo.

Biblioteca con códigos QR

Así se fue formando una biblioteca callejera con 1.500 libros que se pueden encontrar dentro de un mural con códigos QR a disposición de los pobladores.

El equipo de arquitectos construyó bancos con enchufes y una pérgola con materiales reciclados en su mayoría, y donados. Funciona escaneando el índice en donde se encuentra la lista de libros. De esta forma descargan el libro escaneando el código. “Nos costó bastante conseguir los libros, todos clásicos. Encontramos gente que promueve la cultura en forma gratuita” aclaró el arquitecto.

También se pueden encontrar libros sobre oficios útiles para los pobladores del sitio. “Le dimos al lugar una nueva vida, los pobladores se sientan a tomar tereré. Cuidan que a la noche no llegue ningún malviviente. Todos están alerta” mencionó el entrevistado.

Del equipo formaron parte estudiantes de arquitectura y tres profesionales de Mínimo Común Arquitectura, un estudio conformada por Verónica Villate, Solano Benítez y Sergei Jermolieff. Sería un gran paso que este tipo de trabajo se replique y que la gente ubicada en el centro de Asunción pueda acceder a la Chacarita. Esto será beneficioso para la vida de todos, finalizó Benítez.

Las puertas se volvieron a abrir

Ahora se puede ver a los niños en la placita, los padre con sus hijos leyendo y también personas mayores comentó Christian Nuñez que vive hace 20 años vive en la Chacarita. Él es un activista social de la zona, conocido como «Gurú».

Presenció un momento que le quedó marcado cuando una madre dijo “¡qué bueno tenemos internet gratis! Vamos a poder hacer nuestra tarea”. Ella volvía con la mochila de su hija en la espalda, según refirió Gurú.

Al principio la gente no se acercaba a la reunión. Se realizaron talleres donde cada uno de los pobladores empezaron a aportar sus ideas y su problemática. Toda esa información los arquitectos recogieron y lo plasmaron en el proyecto. Es la primera vez que se hace algo similar en el barrio, agregó.

La gente comienza a revalorizar hoy la zona. “Todo el mundo siempre está encerrada y con esto se volvieron a abrir las puertas de las casas y compartir entre vecinos otra vez”, dice Guru.

«Hay 20.000 familias que trabajamos todos los días para tener una vida digna y queremos lo mejor para nuestros hijos», remató el referente comunal.