El espíritu navideño sin dudas se instala en diciembre por toda Areguá, más que cualquier otra ciudad, impregnada del aroma a flor de coco, con casitas de pajas para el pesebre, un Jesús recién nacido con María y José de todos los tamaños, adecuándose a cualquier hogar.
Los trabajadores de alfarería expresaron que si bien la pandemia ha golpeado al sector, se ve un importante movimiento de personas que paran desde sus vehículos para preguntar por los artículos o bien bajan y recorren los puestos.
«Este fin de semana tuvimos mucha visita pese a las lluvias, que nos salvó por lo menos para cubrir nuestras cuentas», expresó la trabajadora. Asimismo, comentó que debido a la crisis sanitaria tuvieron que bajar los precios de la mayoría de los artículos.
«Ahora mismo ya no existe lo más costoso, acomodamos de acuerdo a la posibilidad del cliente, por G. 30.000 uno ya puede llevar para su pesebre», sostuvo. Indicó que la crisis sanitaria dejó un año muy particular que demostró la solidaridad entre todos.
«Yo creo que este año no fue un desastre, sino un año especial, donde aprendimos a convivir, fue un año difícil y hay que agradecer expresó», indicó la artesana.