El responsable habría estado alcoholizado cuando causó el accidente. La reapertura del juicio oral se dio luego de que la Corte Suprema de Justicia diera vía libre a pesar de los reiterados intentos de la defensa de Lucas González de recusar al tribunal que entiende en la causa.
De acuerdo a los fiscales, el acusado estaba drogado y alcoholizado, cuando arrolló con su vehículo a la víctima que estaba cenando en una hamburguesería junto con su familia. La máxima instancia confirmó a los magistrados Zunilda Martínez, Marino Méndez y Herminio Montiel y aunque el juicio inició en noviembre del año pasado y ya entraba en su etapa final, tuvo que volver a foja cero.
La estrategia se sumó a la presentación de varias otras acciones meramente dilatorias según la querella, por lo que cuestionaban la postura de la defensa del acusado. La reapertura es de relevancia no solo para la familia de la víctima fatal, sino marca un precedente importante en el campo jurídico, debido a que es el primer caso, al menos en el Alto Paraná, en que fue admitida la acusación por homicidio doloso y no culposo como es habitual cuando se registran víctimas fatales en accidentes de tránsito.
El procesado Lucas González se expone a una mayor expectativa de pena y aunque su defensa insistió en cambiar de vuelta la carátula del expediente a homicidio culposo, los falles previos confirmaron la postura de Ministerio Público que se basó en que González incurrió en un concurso de acciones que pudo haber detenido al percatarse que ya no podía seguir conduciendo y mismo así siguió hasta embestir contra Samuelito y su familia que estaba cenando en la vereda de una hamburguesería ubicada al costado de la Avenida San José de Ciudad del Este.
Esto ocurrió en noviembre del 2020. Pruebas laboratoriales confirmaron que el conductor había consumido alcohol en exceso, así como cocaína. Cuadras antes había protagonizado un accidente dejando daños materiales, huyó y en la fuga fue a embestir contra Samuelito, una hermanita y sus padres que estaban cenando, detuvo la marcha cuando su vehículo fue a incrustarse por una columna de la Ande.
El niño que en ese entonces tenía 11 años, fue auxiliado, pero no resistió a las graves lesiones sufridas, su padre, Obdulio Moreira, murió a causa de un fulminante infarto un año después, según su familia su salud se deterioró desde la pérdida de su niño y con la intensa búsqueda de justicia.