13 may. 2025

Mayoría de funcionarios públicos «son cristianos», pero Paraguay encabeza ránking de corrupción, critican en homilía

El tercer día del novenario de la Virgen de Caacupé estuvo a cargo del cardenal Mons. Adalberto Martínez. Dejó un duro mensaje a favor de los desprotegidos de la sociedad.

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El Mons. Adalberto Martínez encabezó la homilía que se denominó: El Espíritu Santo nos enseña a orar según la voluntad de Dios. En medio se refirió sobre los desprotegidos de la sociedad, «los descartados que para Dios no lo son».

«Para actuar conforme a la Voluntad de Dios, necesitamos ver y reconocer el rostro sufriente de Cristo hoy en los pequeños», indicó refiriéndose a las personas más vulnerables.

Empezó hablando de los pobres que pasan hambre. Indicó que Paraguay produce millones de toneladas de alimento para el mundo, pero acá hay más de 400.000 personas que sufren por la carencia.

También habló sobre la sequía en el Chaco. «Nuestros hermanos más pequeños sufren graves privaciones de agua y de alimentos. Y están olvidados por el Estado y por la sociedad, en general. Si permanecemos indiferentes frente a esta situación, el Señor nos dirá: tuve sed y me dieron el vinagre de la indiferencia», refirió.

Otro punto al cual se refirió el monseñor fue la problemática de la tenencia de tierra. En este punto habló de los compatriotas en el exterior en busca de mejores perspectivas económicas, así como la situación de indígenas y campesinos.

Y otra preocupación que afecta a la realidad paraguaya, que destacó el cardenal durante la misa, fue la situación de los enfermos y sus familias. «Casi del 50 % de los gastos de salud lo pagan los propios enfermos. Los hospitales carecen de infraestructura, de personal de blanco en suficiente cantidad y calidad, así como de insumos básicos (…) se ha normalizado que los problemas de salud se buscan resolver por medio de la solidaridad de vecinos y amigos, a través de diversas actividades de recaudación (rifas, polladas, hamburgueseadas)», acotó.

Resaltó que casi la totalidad de la población en Paraguay se declara cristiana, pero los valores del evangelio no permearon nuestras conciencias.

«La mayoría de los que ejercen cargos públicos de responsabilidad, y los dirigentes en el sector privado, son formalmente cristianos y, sin embargo, nuestro país figura en los primeros lugares en inequidad, corrupción, impunidad y avance del crimen organizada», aseveró.

El gran desafío de todos los paraguayos es el saneamiento moral de la nación. Se debe además recuperar la ética y la moral como principios de nuestra conducta individual y social. «Ese el camino para encarar las profundas transformaciones que necesita el Paraguay», finalizó.

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