La primera tarea de los cardenales será consensuar la fecha para el inicio del cónclave, que deberá celebrarse antes del vigésimo día de la proclamación de la “sede vacante”. En el primer día de reuniones, se llevará a cabo una sola votación. En caso de que no se logre una decisión, el proceso se intensificará, realizando dos votaciones por la mañana y dos por la tarde en los días posteriores.
Es importante destacar que, desde el siglo XIII, el cónclave ha sido un proceso con un fuerte simbolismo. El nombre “cónclave”, proveniente del latín “cum clave” (con llave), hace referencia a la sala cerrada en la que los cardenales se reunían para deliberar sin presiones externas. El primer cónclave con cardenales encerrados tuvo lugar en 1241, cuando se eligió al Papa Celestino IV.
Uno de los cónclaves más recordados en la historia fue el de 1268, cuando la elección del Papa Clemente IV se prolongó por años debido a una profunda división entre los cardenales. En un intento por presionar a los purpurados a tomar una decisión, la población de Viterbo, donde se llevaba a cabo la elección, los encarceló en el Palacio Papal. La situación se volvió aún más extrema, quitando el techo del palacio para exponer a los cardenales a la intemperie y privándolos de comida y agua. Finalmente, en 1271, un grupo reducido de seis cardenales logró elegir a Gregorio X, quien formalizó el principio de confinamiento y restringió las condiciones del cónclave, dando paso a lo que se convertiría en el procedimiento que se sigue hasta el día de hoy.
Un Cónclave con Nuevas Normas
A lo largo de los siglos, las reglas del cónclave han experimentado cambios. Mientras que en los primeros tiempos los cardenales estaban completamente aislados, incluso privándolos de víveres, con el tiempo las normas se flexibilizaron. Se permitió a los cardenales llevar consigo alimentos y bebidas, e incluso se menciona el caso del coñac durante el cónclave de 1878, donde fue elegido el Papa León XIII.
A pesar de estas modificaciones, el núcleo del proceso se ha mantenido intacto: los cardenales se reúnen en secreto para elegir al nuevo Papa, lejos de la presión del mundo exterior. Durante el cónclave, el cardenal camarlengo, quien administra los bienes temporales de la Santa Sede, desempeña un rol clave. Este cardenal es responsable de verificar la muerte del Papa, organizar el cónclave, y redactar un informe sobre los resultados de cada escrutinio, que posteriormente es entregado al nuevo pontífice.
El Cónclave y los Cardiales Argentinos
En esta ocasión, el cónclave será testigo de la participación de varios cardenales argentinos, quienes no solo tendrán voz en la elección del nuevo Papa, sino que también podrán ser considerados para ocupar el trono de San Pedro. Este detalle agrega un componente significativo a la actualidad eclesiástica, ya que Argentina tiene una profunda conexión con la Iglesia y con el Papa Francisco.
La Historia del Cónclave
Desde sus inicios, el cónclave ha sido un evento cargado de tensión y simbolismo. A lo largo de los siglos, se ha transformado en un proceso más ordenado, pero sigue siendo una de las ceremonias más reservadas y trascendentales de la Iglesia Católica. A medida que los cardenales se preparan para esta nueva elección, la Iglesia se enfrenta a una nueva etapa que, como en ocasiones anteriores, requerirá paciencia, oración y reflexión.