Una bebé de 22 días de nacida sufre varias patologías que le obligaron a ser transfundida de sangre. Los padres, alegando cuestiones religiosas, se negaron.
La médica de guardia pidió la intervención de una jueza de la Niñez y gracias a eso, se pudo llevar a cabo el procedimiento.
Si bien existe la libertad de culto, garantizada por la Constitución Nacional, «el valor mayor que tenemos que precautelar es la vida», expresó la magistrada Gladys Solis.
En el caso de que no se hubiese realizado esta intervención, la salud de la pequeña iba a empeorar. No dio mayores detalles sobre si los padres serían investigados ya que eso es injerencia de un juez en lo penal.
