El vino tinto, un clásico de la gastronomía y bebida más famosa del mundo, también tiene aportes para la salud, lo que la hace una bebida aún más noble. Y es que si Jesús convirtió el agua en vino, por algo será.
De acuerdo a estudios científicos, esta bebida es un excelente antioxidante, que protegen las células del cuerpo del daño causado por los radicales libres. De esta forma, los antioxidantes ayudan a combatir el envejecimiento prematuro y reducir el riesgo de enfermedades producidas por estrés oxidativo, el cual es un factor de riesgo en el desarrollo de enfermedades como el Alzheimer y Parkinson.
Asimismo, el vino tinto alberga Flavonoides y no flavonoides, los cuales ayudan a mejorar el estado de salud de personas con ciertas enfermedades como la diabetes, la hipertensión y las enfermedades cardiovasculares. Además, reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares, pues sus propiedades antioxidantes mejoran los niveles de colesterol y previenen la formación de coágulos en sangre. En síntesis, promueven la salud general de los vasos sanguíneos.
Pero las bondades del vino tinto no se quedan ahí, tiene efectos antiinflamatorios, debido a que la composición del tinto presenta importantes propiedades antiinflamatorias, que reducen la inflamación corporal.
Estas son las razones por las que amar el vino y disfrutar de una copita diaria, que no le hace mal a nadie, al contrario, hacen muy bien a la salud y lo dicen especialistas, pero una copita, no abuses.