“Por primera vez, después de tantos años de malos tratos, me animé a denunciar. No me dejó otra opción”, contó a Monumental 1080 AM María (nombre ficticio), quien recordó con horror la noche en que casi perdió la vida. “Vino borracho. De milagro me salvé esa noche. Durante dos horas me golpeó sin piedad”.
María aseguró que cuenta con pruebas contundentes, como videos y fotografías de las marcas en su cuerpo y los moretones que evidencian los ataques. “Quedó todo grabado. No sé qué más quieren para que se haga justicia”, dijo con frustración.
Tras años de maltratos físicos y psicológicos, la violencia escaló cuando decidió terminar la relación. “Cuando se enteró de la orden de restricción y de la denuncia, se puso más furioso. Me llamó y dijo: ‘tocaste mi bolsillo y eso no te voy a perdonar’. Desde entonces, vivo con el temor de que cumpla sus amenazas”.
“Para irse de la casa, casi me mató a golpes. Una semana después me fui a hacer la denuncia con marcas en mi cuerpo”, recordó.
La decisión judicial que otorgó el arresto domiciliario al agresor, bajo monitoreo de una tobillera electrónica, fue un golpe devastador para María. “A mí nadie me avisó nada. No tenía cómo solventar un abogado particular y me acogí de la Defensoría.”, afirmó.
María señaló que la casa donde vive con sus hijos fue puesta como garantía en el proceso judicial. Lamentó que la casa esté a su nombre pese a que la pagaron juntos. El miedo de María no solo es por ella, sino por sus tres hijos pequeños, quienes fueron testigos de la violencia.
Con absoluto temor, María concluyó su relato con un reclamo desgarrador: “Si a mí me pasa algo, va a ser culpa de los jueces y abogados corruptos. No hay justicia”. Agregó que nadie respeta en Paraguay el arresto domiciliario.